El sabio

Era una noche cualquiera, no había nada que no hubiese visto alguna vez, de pronto ese bosque me llamo, me invito a entrar en el, y así; sin resistirme entre; primero un camino, muchos árboles fuertes, jamás me tope con uno que me fuera desagradable, entre mas avanzaba ahí estaba ella, ella de nuevo, con su lengua de serpiente y sus palabras vulgares, queriéndose reír de mi y de mi intento por adentrarme a ese bosque.

Esta vez como las anteriores hube de exigirle que saliera de mi camino, pero para mi sorpresa pude sortearla, se desapareció de mi hermoso bosque, ella, ella tan molesta con su enorme cuerpo y su cabello negro y largo, ella... la incomoda. Por fin desapareció.

De pronto entre mi embeleso por el lugar encontré una vereda, decidí tomarla, el lugar me era tan grato, por que apesar de estar tan obscuro la luz de la luna iluminaba mi camino; entre las cosas que me tenían fascinada se vislumbraba una fogata, no hacía frío, sin embargo su calor me atrajo.

Ahí estaba como una niña feliz, disfrutando de sus juegos sola, y me percaté entonces de su presencia, era un hombre, vestía una túnica como de fraile franciscano, no podía ver su rostro, pero me lo imaginaba, primero era el rostro de mi abuelo, en la foto de su boda, después imagine que era mi tío Fernando (hermano de mi abuelo), pero para mi sorpresa terminó siendo el mismísimo Paulo Coehlo; me invitó a sentarme en torno al fuego y así lo hice.

Me miró de tal manera que me sentí obligada a formular algunas preguntas; mismas que respondió con tal paciencia y claridad que no me quedo duda alguna de sus respuestas.

Pase un rato agradable con el sabio, entonces después de ese momento me dijo que tenía que irme ya, en tan solo unos momentos ese hombre , ese sabio me dejó muchas cosas dentro , muy dentro de mi, que me costo mucho trabajo despedirme, cuando vio mis ojos inundados por la despedida me dijo: "Puedes volver cuando quieras; ya conoces el camino".

Me tomo de los hombres y  nos despedimos, me di media vuelta y apenas llevaba cinco pasos me llamo por mi nombre: "Tiana"..., volví la mirada hacía él, entonces con sus manos me hizo una seña de "espera".

Así lo hice y retorné los pasos dados mientras él entraba a la cueva que habita y venía cargando una valija, tenia muchas cosas dentro de ella, y entre tanto saco una brújula, me la ofreció y no me negué a recibirla.

Pero sabia perfectamente por que me la estaba ofreciendo, le pregunte: ¿Que hago con ella? y respondió:

"Tu sabes bien para que sirve, y para que la necesitas, no es un ofrecimiento, es un regalo que te entrego por que te es necesario".

Me pidió que me sintiera como la brújula, que me sintiera brújula, así lo hice, me concentré en ser esa brújula, cuando entre en ella, vi su interior perfecto para el buen funcionamiento, todos los engranes funcionaban a perfección para que ella pudiese funcionar, era de acero inoxidable, color plata obvio, era tan hermosa, con colores firmes en su carátula, hermosa, antigua, pero cuando salí de ella, ,me percaté de un número grabado en su adverso: 1928; es algo que aún no entiendo, no sé que tenga que ver ese número o año conmigo.

Después el me volvió a llamar por mi nombre: "Tiana;-indico- tienes que usar tu brújula a partir de este momento".

Miraba yo la brújula fijamente, y cuando levanté la mirada el tomo su cetro adentrandose de nuevo a la cueva que habitaba, llevando consigo la gran valija; sin voltear me dijo: "Recuerda que puedes volver cuando gustes para conversar.

Sonreí , salí del bosque por la misma vereda y camino que me adentrarón. Las luces me cegaron,  y la brújula seguirá conmigo.